top of page

MEDIO PAN Y UN LIBRO

“Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía.

Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

 Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. (...)

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

 ¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. (...)”

 Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros,

 Granada. Septiembre 1931

POR QUÉ UNA BIBLIOTECA EN CADA AULA     

Hay niños que conviven con personas que les leen; para otros, en cambio, la lectura no forma parte de su vida cotidiana. Para ambos, el maestro es un referente vital cuando se trata de descubrir los usos y las funciones de la lengua escrita. Leyendo todos los días, usted garantiza que la lectura se torne parte integrante de la rutina de la escuela. Es el contacto frecuente con los libros el que permite a los alumnos familiarizarse con lo que hay dentro de los libros, conocer diversidad de historias, de personajes que perduran a través del tiempo, de ilustradores, autores, tener a disposición el lenguaje escrito; es decir, formarse como lectores.

La biblioteca en el aula de Segundo Ciclo debe cumplir necesariamente con dos funciones.

 ● La primera de ellas, es contribuir con la formación del lector-estudiante constituyéndose en una referencia sistemática cuando se trabaja sobre biografías o artículos de divulgación; en momentos de estudio de Ciencias Sociales y Naturales o en otros momentos dedicados a la ampliación del conocimiento del mundo.

La biblioteca en el aula de 4.º, 5.º y 6.º es la primera experiencia de los alumnos con un pequeño conjunto de libros de consulta: algún gran diccionario, enciclopedias de varios tomos, atlas, libros de historia, geografía y biología de secundaria, manuales de consulta de ortografía y de gramática. Todos ellos –junto con la computadora abierta a Internet, si es posible– responden a una pregunta que tiene que aparecer a menudo en la voz de los maestros:

¿Habrá algo más sobre este autor en la biblioteca? ¿Alguien vio algún artículo sobre Grecia entre nuestros libros? ¿Tendremos algo en la biblioteca para ampliar este asunto de los relatos orientales?. Podríamos ver qué dice el libro de ortografía sobre este tema que estuvimos viendo; tal vez encontremos más ejemplos...

Son preguntas y propuestas contextualizadas en el tema que se está trabajando y que tienden a aprovechar la mayor de las virtudes de una biblioteca: ampliar el conocimiento, explorar los ejemplares en busca de más información, abrir a otras fuentes, confrontar distintas fuentes para completar y complementar...

Cuando se exploran los libros de la biblioteca del aula con un propósito enmarcado por el tema en cuestión es inevitable que los chicos se encuentren también con otros temas. Esto los enfrenta a la posibilidad de ampliar sus conocimientos y, al mismo tiempo, de reconocer los límites que la biblioteca del aula tiene.

De este tema no hay nada, ya vimos el otro día cuando estábamos estudiando los cuentos orientales…

Así, se orienta la búsqueda hacia otras fuentes de información: la biblioteca de la escuela, la biblioteca del barrio, Internet...

La pequeña biblioteca de consulta en el aula, a mano de todos y, por esa razón, muy conocida, cumple con uno de los propósitos esenciales del Segundo Ciclo: aproximar nuevas fuentes de información y orientar la exploración con propósitos de estudio hacia recorridos más delimitados y consistentes, desconsiderando desde un primer momento ciertas búsquedas –por ejemplo, saber desde el inicio que no se hallará la biografía de un escritor en una enciclopedia de Ciencias Naturales–.

● La segunda, garantiza la continuidad en la formación de los niños como lectores de literatura.

 Durante el primer ciclo, los niños ya han tenido oportunidad de interactuar con las bibliotecas de aula. En el Segundo Ciclo, es necesario profundizar estos espacios de encuentro con obras, autores y otros lectores, para que la biblioteca siga siendo un ámbito de contacto permanente con la cultura escrita.

Es un desafío de este ciclo que los alumnos se animen a leer por sí mismos textos más extensos, con trama argumental más elaborada, de autores que no han escrito sólo para el público infantil y juvenil y por eso son un reto para todos lectores presentes en las aulas.

 Incluya allí aquellos libros que resultarán imprescindibles para los niños, aquellos que no caigan en el olvido, los que les permitan establecer encuentros con otros lectores de esas historias, los que necesite para llevar adelante las propuestas didácticas que va a plantear en el ciclo lectivo y aquellos que leerá y leerán los niños por sí mismos sólo por el placer de conocer historias, relatos, poemas e informaciones interesantes.

El armado y funcionamiento de la biblioteca del aula

Esta biblioteca necesita contar con algunas obras de consulta. Se trata de obras que no se prestan, se consultan en el aula y el principal impulsor para que esto suceda es usted porque invita a un grupo a explorar los libros de historia en busca de más información sobre la Antigua Grecia, solicita a otros que amplíen una biografía o completen la conclusión a la que se llegó sobre un tema de ortografía o gramática, requiere a todos que revisen los distintos tomos de una enciclopedia para ver si contienen información sobre los elefantes ya que:

En este 4º grado todos saben mucho sobre el elefantito de la historia de Kipling, pero sería bueno que averiguaran algo sobre los elefantes auténticos.

Los diccionarios –ilustrados, etimológicos, enciclopédicos– siempre resultan una atracción para los chicos. Es posible contar con algún ejemplar permanente en el aula y acordar con los responsables de la biblioteca institucional para conservar en préstamo algún ejemplar en una ocasión particular. Lo mismo ocurre con los manuales para grados más avanzados, las enciclopedias y los libros de gramática u ortografía.

En el contexto del desarrollo de un tema, al iniciar o concluir su tratamiento, la exploración de los libros de consulta de la biblioteca del aula –así como la búsqueda en Internet o la visita a una biblioteca institucional– debe estar considerada en la planificación correspondiente a la enseñanza del tema en cuestión. Si se instala esta instancia, usted se llevará una sorpresa porque los niños empezarán a proponer por sí mismos la consulta o se detendrán espontáneamente en la incursión en otros temas que se les van abriendo al pasar las hojas de los libros.

Exploración de los libros: situaciones para su promoción

En relación con las obras literarias, es imprescindible que la biblioteca siga constituyendo una actividad habitual. Tal como se realizó en el Primer Ciclo, sistemáticamente se facilitan espacios y tiempos para que la biblioteca cobre vida en el aula; estos tiempos deben preverse semanalmente para que la circulación de los libros –es decir, la exploración y recomendación entre los niños, la elección, el préstamo y las devoluciones– tenga lugar efectivamente en su aula.

Los lunes vamos a tener en la 2º hora de clase, un tiempo para mirar libros, escuchar cuáles les gustaron a algunos compañeros, comentar un poco y elegir cuál se quieren llevar para leer en casa. Lo ponemos en el horario de la semana.

Para que la biblioteca se mantenga viva, necesita novedades. Los libros tienen que seguir llegando al aula en distintos momentos del año. Si la dotación de inicio es pobre, se puede recurrir a préstamos de la biblioteca institucional o barrial para asegurar la interacción permanente de los niños con diversidad de textos.

Construya un espacio para exponer los libros de la biblioteca del aula, así los alumnos tienen la oportunidad de encontrarse de manera directa con ellos. Haga comentarios de “lector” para orientarlos en la exploración y elección; es probable que, sin estar enterados de su contenido, ellos eviten los textos extensos o sin ilustraciones. Dé la palabra a algunos de los alumnos –los que ya han leído algunos de los títulos– para que surjan las recomendaciones mutuas.

Y ustedes, ¿qué están leyendo? ¡Ah! Es Matilda, de Roal Dahl, hay una versión en el cine. Vieron que Matilda tiene cinco años, pero miren lo que hace. Les leo esta parte para que vean las travesuras que se atreve a hacer esta pequeña niña…

Estos dos son del mismo autor: Horacio Quiroga. Ustedes leyeron cuentos de animales en 4to., pero estos “Cuentos de amor, de locura y de muerte” están escritos para grandes. ¿Se animan a leer algunos? Les leo la contratapa para que sepan de qué se trata. Está en la biblioteca para el que quiera llevárselo esta semana.

 

EL FUNCIONAMIENTO DE LA BIBLIOTECA DEL AULA

Inventario de los libros

La organización de la biblioteca del aula se inicia junto con los chicos al comienzo del año. El inventario es una necesidad: hay qué saber cuántos libros hay y cuáles son para tener un control sobre el patrimonio del grado. A la vez, al inventariarlos los alumnos acceden al conocimiento de los títulos y a unas primeras situaciones de exploración de los ejemplares.

Distribuya los libros entre grupos de alumnos para que los hojeen y los analicen. Recorra los grupos intercambiando opiniones con ellos para planear en conjunto algunos criterios de organización de la biblioteca según los ejemplares con los que cuentan:

¿Cuáles son los libros de consulta?, ¿con qué libros de consulta contamos?, ¿en qué lugar sería conveniente ubicarlos?, ¿por qué es conveniente que –como en las bibliotecas públicas– no se presten a domicilio?

 ¿Con qué obras literarias cuenta la biblioteca?, ¿algunas de ellas ya son conocidas por todo el grupo o por la mayoría porque se han leído en años anteriores?, ¿hay autores de los que ya se leyeron otros títulos?, ¿hay historias que parecen muy infantiles, para niños más pequeños?

 ¿Hay cuentos, hay colecciones de cuentos, hay antologías?, ¿hay libros de poemas o de canciones?, ¿hay novelas?, ¿hay historietas?, ¿hay varias obras de un mismo autor?, ¿de una misma editorial?, ¿de un mismo género o tipo –de miedo, de aventuras, de animales-?, ¿qué los hace pensar que son historias de ese tipo?, ¿las ilustraciones, el título, una escena que leyeron?

La realización del inventario en el Segundo Ciclo debe ocupar varios días consecutivos de trabajo durante el inicio de las clases. Es una excelente oportunidad para poner en circulación entre los niños, en primer lugar, el conocimiento más o menos general de los libros con los que se cuenta; en segundo lugar, unos ciertos criterios para organizarlos –los libros de consulta, las obras de ficción, los libros de poemas, las obras para chicos más pequeños, los títulos conocidos– y, finalmente, una aproximación a la posibilidad de referirse a ellos con propiedad a partir de nombrar: el autor, la editorial, la colección, los conocidos, los otros títulos de un mismo autor, la antología, los otros ejemplares o las otras ediciones de un mismo título...

No se trata de adquisiciones inmediatas; los alumnos van refiriéndose a estos temas a partir de que usted los instala de manera sistemática en los momentos de uso de la biblioteca:

“Las medias de los flamencos” aparece en la edición de Editorial Kapeluz pero también está entre los otros “Cuentos de la selva”, ¿vieron? Entonces, tenemos dos ejemplares del mismo cuento. Fíjense si aparece en algún otro volumen…

Una vez que los alumnos, luego de dos o tres sesiones de trabajo con los libros de la biblioteca, han logrado establecer con su orientación algunos criterios acerca de los ejemplares con los que cuentan, usted puede organizar la realización propiamente dicha del inventario: un cuaderno, varios afiches, una carpeta, fichas..., usted verá cuál es el modo más conveniente de organizar los materiales para la mejor circulación entre los usuarios de la biblioteca.

Si se organiza el trabajo de escritura por grupos –los papeles afiche o las fichas resultan más aptos para hacerlo– podrá plantear en cada grupo distintos aspectos de la escritura. En 3.º y 4.º, por ejemplo, serán temas a problematizar ciertos aspectos de la organización de los datos –apellido y nombre del autor, título, editorial, por ejemplo-; la convención respecto a la escritura de los títulos –entre comillas, con otro tipo de letra-; la discusión sobre el empleo de las mayúsculas –obligatorio en el nombre del autor y la editorial, en la inicial del título o en cada palabra del título-. En 5.º y 6.º, los alumnos podrán reflexionar sobre la tipografía de títulos y nombres de colecciones y sobre las diversas convenciones en relación con las formas de citar: un libro de varios cuentos, un cuento en un libro, una novela, un capítulo de una novela, etc. Así, paulatinamente, ellos se informan sobre las convenciones de la citación, conocimiento que podrán reutilizar en otras áreas cuando hagan informes en el contexto de estudio.

Los temas que usted converse con cada grupo se constituyen en temas de reflexión en la hora semanal que le haya destinado a esta tarea: será el momento de poner en común qué se ha estado debatiendo, por ejemplo, respecto de qué es necesario recordar sobre el uso de las mayúsculas y anotarlo en forma de conclusión provisoria.

El trayecto personal de lectura

Las obras literarias –o algunas de información que no formen parte de las obras de consulta– deben estar a la vista de los alumnos, así como el listado de las obras inventariadas, para que ellos ejerzan su derecho a explorar y elegir. Son diversos los criterios a partir de las cuales los alumnos seleccionan libros para leer en sus casas y en la hora de lectura individual dentro de la escuela.

También forma parte del acervo que se constituye paulatinamente en “trayectos personales de lectura”, aquella que el maestro lee para el conjunto de la clase semanalmente (obras de la biblioteca del aula y la institucional, la lectura por capítulos de una novela, etc.). En capítulos próximos, usted encontrará desarrolladas estas propuestas.

Cuando los alumnos muestren especial predilección por algún libro –ese al que vuelven semanalmente o piden en préstamo más de una vez–, instale la posibilidad de recomendarlo:

¿Alguien se llevó un libro que le pareció buenísimo? Vos, Ramón, van dos semanas que llevás “Charlie y la fábrica de chocolate”, ¿por qué te gusta tanto?

 Elisa, ¿qué te pareció “Las Brujas”?, ¿se parece a “Matilda”? Pensé que podrían parecerse porque son del mismo autor.

En todos los casos, será su intervención la que vitalice las recomendaciones entre los chicos.

Usted también tiene oportunidad de recomendar:

Si te gustó el del mito de Minotauro, te va a gustar éste sobre la historia de Hércules: llevátelo y después nos contás.

Conseguí algunos libros de la biblioteca de la escuela, vamos a mirarlos para ver quién los elige: ¡son novedades!

El cuaderno o las fichas de préstamos

Semanalmente, cada alumno elegirá (o recibirá) un libro para llevar a su casa para leerlo por sí mismo o compartir su lectura con los miembros de su familia. Para organizar los préstamos, cada niño anotará en el cuaderno o en las fichas algunos datos del libro que se lleva:

● Título, autor, ilustrador, colección y editorial; día de préstamo y día de devolución; nombre del alumno y firma; observaciones.

Si se hubiera optado por la ficha de libro, en la cual quedan registrados los nombres de los lectores de cada material, cada nuevo lector conoce los datos del libro y quién lo está leyendo. De esta manera los alumnos podrán pedir recomendaciones a algún compañero con el propósito de anticipar qué van a elegir. Si alguno de los libros tiene un éxito rotundo, abra una “lista de espera” para evitar que sean los chicos quienes diriman quiénes son los beneficiarios comprendiendo así que es necesario, tanto en esta como en otras situaciones sociales, esperar su turno.

 

Las fichas de recorrido lector

A través de esta ficha cada niño podrá llevar no sólo un registro de los libros que se han leído durante el año en clase sino también aquellos que ha elegido para leer. Para ello, volverán una vez más sobre los datos que brinda este portador y anotarán en la ficha algunos datos según los requerimientos del grado que cursa.

 Usted confecciona la ficha y el niño es quien la completa cada vez que se lee en el aula o se lleva un libro en préstamo. En lo posible, este registro de lecturas pasa de grado con ellos y continúa enriqueciéndose año a año. Para ello, se asegura de engrampar unas con otras. La intención es conservar el registro de los recorridos comunes e individuales de lectura.

 

 

El maestro lee y abre espacios de intercambio

Los momentos sistemáticos en que se usa la biblioteca del aula –más allá de todas las veces en que se recurre a ella en el marco de los proyectos o secuencias didácticas planteadas para el año– son nuevas oportunidades para escuchar al maestro leer en voz alta.

Comparta con ellos lo que piensa como lector, muestre cómo conecta lo que lee con conocimientos que tiene de otros textos y del mundo, explicite inferencias importantes para entender el texto... Esta práctica, que es más frecuente en Primer Ciclo, suele abandonarse o pasar a un segundo plano cuando los alumnos pueden leer por sí mismos. Sin embargo, es imprescindible que la voz del maestro lector vuelva a escucharse en las aulas del Segundo Ciclo porque los niños tienen que seguir “aprendiendo a leer” y esta intervención es crucial para su enseñanza.

Comparta con sus alumnos los motivos por los cuales seleccionó el libro que va a leer:

Hoy les voy a leer un relato que conozco hace tiempo, es una historia que ha sido contada muchas veces y que tiene una parte que describe a un rey despechado y una joven que salva su vida contando historias.

Estuve leyendo un cuento escalofriante, me gustó mucho y tengo ganas de compartirlo con ustedes.

Si ellos conocen al autor, recuerde algunos otros títulos de su obra. También puede compartir la lectura del prólogo o la presentación del libro. Indague si la “sola” lectura del título brinda pistas para saber algo de la historia.

 Cuando comience a leer, respete la literalidad del texto. Una de las formas más amables de enriquecer el lenguaje oral con el que los chicos llegan a la escuela es transitar naturalmente por los “bosques” de la escritura. Intente transmitir la exquisitez de un buen relato: varíe el tono de voz para marcar los cambios de personajes, sus estados de ánimo, los diferentes climas de la historia; procure transmitir el efecto que el cuento produce al lector: miedo, sorpresa, tranquilidad, suspenso, tristeza…

Cuando la lectura llega a su fin, el silencio invade el aula unos segundos para disfrutar del clima creado y observar si se generan comentarios espontáneos. Inicie el intercambio partiendo de una contribución de alguno, si la hubiese y en la medida que suponga un desafío para todos. O bien, comience desde las emociones, efectos, impactos que ha causado la historia, algún pasaje, diálogo o personaje en particular. En todos los casos, se trata de una impresión global sobre lo leído.

Sostenga y profundice el intercambio volviendo al texto y discutiendo sobre lo leído con todo el grupo (por lo que dice, por cómo se dice). Relea en voz alta y para todos con distintos propósitos: para hacer notar la belleza de una expresión o advertir la intervención de un personaje o la parte más emocionante de la historia; para precisar una interpretación que resulte dudosa o para confirmar o rectificar apreciaciones diferentes cuando se genera una discrepancia; llame la atención sobre algún aspecto no advertido; atribúyase permiso para comunicar su propia apreciación; argumente en contra de una interpretación posible cuando el texto presente ambigüedades o “zonas oscuras” si no hay nadie que lo haga; ayude a establecer relaciones que no están explícitas en el texto, a descubrir nuevos sentidos, nuevas o bellas formas de decir.

Cuando se abren espacios de intercambios de opinión sobre lo leído, intervenga para que los niños expliciten lo que piensan y sienten. El propósito no es evaluar la memoria ni la atención prestada por los niños en el momento de la escucha; por esa razón, se evita el interrogatorio en relación con el avance de la acción o la descripción de aspectos irrelevantes para la comprensión de la historia. La intención es avanzar sobre la formación de lectores que se posicionan, progresivamente, de manera crítica frente a lo leído; elaboran justificaciones cada vez más centradas en algún aspecto destacable del escrito; se tornan, paulatinamente, en lectores más atentos a desentrañar los múltiples sentidos que poseen los textos

Una  BIBLIOTECA en cada aula de segundo ciclo

bottom of page